Dos viajeros que pasaban por la orilla del mar, en horas de marea baja, vieron una hermosa ostra.
—Esa ostra es mía —dijo el más viejo tratando de posesionarse del molusco.
—No; la ostra es mía —gritó el más joven.
Así se inició agria discusión entre los dos y, cuando casi se iban a las manos, apareció un tercer viajero, a quien acudieron para zanjar el pleito.
El improvisado juez sacó, con aire de grandeza, una navaja, partió el hallazgo por la mitad, y argumentó;
—Los dos tienen razón. Toma tú, que eres el más viejo, la concha de arriba; y tú, la de abajo.
Y, guardando la perla que había caído en su mano, añadió:
—Este molusco, causante de la pelea, paga las costas.
Moraleja:
Dos por la perla pelean, y llega un tercero y se la lleva.
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