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La Mujer y el Cántaro


Una mujer, al ir a la ciudad, encontró en el camino un cántaro viejo que en algún tiempo guardó excelente vino.
Por curiosidad la mujer olfateó el recipiente y comprobó el embriagador aroma que despedía.
—¡Oh!, dioses —exclamó— qué delicioso debió ser el vino que guardó este cántaro abandonado, cuando al cabo de tantos años conserva aún su fragancia.
Entonces, la mujer concluyó de esta manera:
—Una vida noble es como un cántaro de buen vino que, en la vejez, conserva el aroma de sus virtudes, aunque su aspecto sea achacoso o miserable.
Moraleja:

Caja que tuvo alcanfor, queda  siempre el olor.

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