—¡Qué injusto castigo manda el cielo, pues, por sancionar a un pecador, hace perecer a numerosos ¡nocentes!
Mientras así pensaba, una hormiga le picó en la pierna y él, para vengarse de ella, exterminó a todas las demás que por allí habían.
Al poco rato se le presentó un ángel y, tocándole el hombro, le interrogó de esta manera:
—¿Aceptarás, ahora, que el cielo juzgue a los hombres como tú a las hormigas?.
Moraleja:
Moraleja:
Adora a la Providencia, que cuida de tu existencia.
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