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El Depositario Infiel


Un comerciante, antes de viajar, entregó a su vecino una caja de barritas de oro y plata. A su retorno, el viajero solicitó la devolución de su tesoro.
—Amigo, no podré complacerte. Los ratones comieron el joyero y su contenido —respondió el vecino.
El comerciante, fingiendo dar crédito a sus excusas, escondió al hijo del guardador y lo invitó a cenar.
—¡Ay, amigo! —exclamó el invitado—, no podré aceptar tu invitación. He perdido a mi hijo.
—Amigo —repuso el otro—, estoy seguro que lo hallarás. Yo vi cómo un mochuelo llevó a tu niño.
—Eso no puede ser—replicó el hombre.
—¿Por qué no? Si los ratones comen oro y plata.
El vecino comprendió la alusión y devolvió el tesoro, a la vez que recuperaba a su hijo.
Moraleja:


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